08 enero, 2021

CUANDO LOS VIKINGOS PASARON POR ZARAGOZA

 ¡Sí! Lo estás leyendo bien. Los vikingos pasaron por Zaragoza. ¿Qué pensarían los zaragozanos de entonces al ver pasar por delante de sus murallas varias decenas de naves con sus peculiares personajes nórdicos?

La expansión vikinga en Europa tuvo lugar entre los años 789 y 1100. Los nórdicos, expertos navegantes, se expandieron primeramente por todo el oeste europeo e islas atlánticas desde donde hacían expediciones para saquear poblaciones y monasterios cristianos, fundando asentamientos en Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda.


Sus barcos ligeros y de poco calado, diseñados para poder remontar estuarios y ríos, bien a remo o remolcados, les permitían así mismo adentrarse por los cursos fluviales y atacar ciudades del interior de Europa. Navegaron por los ríos como el Rin y el Elba, fundaron ciudades como Kiev (reino Rus de Kiev) y por el Dniéper llegaron hasta el Mar Negro y Constantinopla, abriendo entonces lo que se conoció como la ruta del Volga. En Francia atacaron Ruan y llegaron a Paris, fundando en la Alta Normandía y el Loira uno sus enclaves más importantes desde el que atacaron la península Ibérica.

Por el mar llegaron hasta Islandia y Groenlandia, y sobre el año 986, Bjarni Herjólfsson Leif Ericson y Thorfinn Karlsefni alcanzaron Terranova y Norteamérica desde Groenlandia.

También los vikingos atacaron las costas españolas en varias ocasiones. La primera fue en el año 844. Según cuentan los Annales Complutenses, con 54 naves atacaron ciudades de la Costa Cántabra, Asturias y subieron por la Ria de Arosa con la intención de atacar Santiago de Compostela. Después de haber sido rechazados por el Rey Ramiro I de Asturias en La Coruña, bajaron costeando y atacaron las ciudades de Lisboa, Cádiz y Sevilla entonces gobernada por los omeyas.

El 11 de noviembre del 844, en la batalla de Tablada, las fuerzas de Abd al-Rahmán II vencieron a los vikingos que habían sitiado la ciudad de Sevilla durante una semana. Murieron mil vikingos en la batalla y Abd al-Rahmán ordenó ejecutar a cuatrocientos prisioneros vikingos más. Estas cifras pueden ser exageradas pero los anales de la época también hacían propaganda de las gestas y así nos han llegado. Los que pudieron escapar se dedicaron a saquear las costas del norte de África.

Para detenerlos los emires Abd al-Rahmán II y Alhaquén I construyen los “ribat” (rábidas o rápitas) que son fortalezas militares y religiosas como puntos estratégicos para la defensa de las costas. La actual San Carlos de la Rápita cercana a la desembocadura del Ebro, así como otras muchas localidades con ese topónimo como: La Rábida en el río Tinto de Huelva; La Rábita en Granada, entre las desembocaduras del río Grande y el Guadalfeo, etc. tienen ese origen. Así mismo se refuerzan puertos como el de Sevilla y se arman flotas para combatirlos.

Museo de Oslo 

La segunda gran expedición se produce desde el año 859 al 862. La gran expedición vikinga salió de su base del Loira con 62 naves y unos 4000 guerreros, liderada por Björn Ragnarsson “Costado de Hierro”, y el caudillo Hastein. La expedición comienza atacando Galicia, asaltando Iria Flavia y Santiago, donde son rechazados. A pesar de las fortificaciones vuelven a atacar Sevilla y la ciudad de Algeciras donde pierden dos barcos. Se adentran en el mediterráneo asaltando Orihuela, Mallorca, Menorca, Formentera y la   Costa Brava. Fijan una base en La Camarga para invernar y remontan el Ródano atacando varias ciudades francesas, entre ellas Arles y Valence. En la primavera atacan las ciudades italianas de Fiesole Pisa y Florencia. Esta expedición es la que pasa por Zaragoza (Saraqusta musulmana).

Zaragoza era una ciudad que había sufrido asedios, entre ellos el de las tropas de Carlomagno capitaneadas por Roldan. Estaba gobernada por la dinastía de los Banu Qasi desde el siglo VIII que tenían su centro de poder en Arnedo y Tudela. En el año 852, es nombrado gobernador (vali) Musa ibn Musa (posiblemente el llamado moro Muza) por parte del recientemente proclamado emir Mohamed I. Éste traslada el centro de poder de la familia Banu Qasi a Zaragoza. La ciudad de Zaragoza (Saraqusta) es por lo tanto una ciudad grande, amurallada y bien defendida.

Los vikingos remontan el Ebro, pero no atacan Zaragoza, sino que continúan por el rio Aragón y el Arga, llegando a Pamplona y secuestrando al rey García Iñiguez (García I de Pamplona y  García II rey de Sobrarbe) por el que piden un rescate de 70.000 monedas de oro. Una cantidad muy considerable que la familia logra reunir y pagar.

¿Por qué los vikingos pasan de largo por Zaragoza sin atacarla? Puede haber dos razones:

La primera es que Zaragoza, como hemos dicho, es una ciudad bien defendida y estos no querían complicarse la vida en un asedio del que no eran especialistas.

La segunda, es que Musa ibn Musa, hiciera la vista gorda o incluso facilitara el paso a la expedición vikinga, a fin de vengarse por algún despecho que el rey navarro le había hecho.

Esta segunda hipótesis cobra fuerza ya que García I había abandonado la tradicional alianza con su tío Musa, (La madre de Musa, Oneca, era también madre de Iñigo Arista, que a su vez era el padre  García I)  y se había aliado con Ordoño I de Asturias para  acabar con el dominio Banu Qasi y resarcirse de la derrota de la primera batalla de Albelda. Así pues, a Musa le interesaba que atacaran a García y de paso él libraba Zaragoza.

Lo que sabemos es que una vez cobrado su botín y regresando a su tierra la expedición, ya mermada de fuerzas, es atacada por una flota andalusí, al parecer con ayuda de barcos bizantinos, en el estrecho de Gibraltar perdiendo algunos barcos. Björn consigue regresar a su tierra donde pasa el resto de su vida como un hombre rico.

Todavía los vikingos harían varias expediciones por las costas atlánticas y Galicia. Santiago de Compostela es atacada tres veces por Gunrod (Gunderedo) el cual es derrotado y muerto por el conde Gonzalo Sánchez que pasa a todos sus hombres a cuchillo. En aquella época no se andaban con tonterías. En el año 971 la flota del califa de Córdoba Al-Hakam II derrota a una flota vikinga en la desembocadura del Guadalquivir.

Parece ser que la aventura mediterránea les había gustado -también en aquellos tiempos el sol atraía a los nórdicos- ya que posteriormente, en el 1046, regresaron y conquistaron la Italia meridional y Sicilia donde se mantuvieron como reyes hasta finales del siglo XII. Es conocida como la época normanda de Sicilia.

ES INTERESANTE SABER QUE:

El río Ebro fue navegable desde época romana hasta el siglo XIX, pero debido a su estiaje y caudal variable, además de los predominantes vientos del NW, el remontar el río era muy penoso. Se hacia usando remos, pértigas y sogas en muchos tramos. El descenso era más fácil. Se transportaba, desde Logroño hasta Tortosa, además de madera del Pirineo (navatas), grano, lana, materiales de construcción, etc. La navegación terminó en el momento que se hicieron represas  y azudes y no fue rentable el transporte por rio. El ferrocarril dio la puntilla definitiva a la navegación fluvial. (Para saber mas de la navegación por el Ebro puedes hacer clic y consultar ésta publicación Navegación por el Ebro - Institución Fernando el Católico - PDF licencia CC)

Los vikingos no llevaban cascos con cuernos. En la primera representación de la ópera de Wagner ‘El anillo del Nibelungo’ (1876), al personaje antagonista, el coreógrafo le puso un casco con cuernos y a partir de entonces nació el mito.

No era un pueblo cruel y agresivo. Por lo menos no mucho más que cualquier otro de la época. Eran principalmente agricultores y ganaderos. Las razias las hacían en tiempos estivales para ganarse un sustento extra o conseguir tierras. Sacarse un sueldecillo en los ratos ociosos, ¡vamos! Se dice que atacaban monasterios principalmente, pero en realidad la mayoría de las crónicas han llegado gracias a que los monjes, que eran los únicos que sabían escribir, eran los relatores. Tampoco es descabellado que prefirieran atacar monasterios ya que conocían sus riquezas.

Los barcos eran de casco trincado (tablas solapadas), ligeros, de poco calado y con timón de espadilla. Con poca diferencia entre proa y popa, hacía que pudieran ciar fácilmente.  Tenían un mástil ligero abatible y una gran vela cuadra envergada. Si era necesario podían ser sacados a tierra para transportarlos. El nombre de drakkar viene de su mascaron de proa en forma de dragón, pero también había busse, skeib, karve, etc.  Había dos tipos de barcos: unos más anchos para el transporte (knarr) y otros alargados para la guerra (snekkar)  de diferentes tamaños, hasta unos 35 metros los mayores. Tenían de 15 a 35 pares de remos según el tamaño.

Vegvísir

Navegaban en latitud guiados por el sol. No conocían la brújula, pero sabían orientarse en mar abierto, incluso en días nublados utilizando las piedras solares (espato de Islandia), que se polarizaban con el sol. También usaban una especie de rosa de direcciones llamada Vegvísir. Cuando no hacían una navegación de cabotaje y perdían la costa de vista se guiaban por las corrientes, el estado y color del agua y la fauna. También llevaban palomas o cuervos que al soltarlas les indicaban el camino de regreso a la costa.

Un saludo y siempre “por lo mojao”,

Angel Romero Bello

4 comentarios:

  1. Gracias por el enlace a la publicación "Navegación por el Ebro"

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  2. Es curioso que no se haya divulgado esa época de nuestra historia.
    !Fenomenal artículo¡

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  3. Muy intreresanate, genial el articulo, gracias!!!

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