PARTE I
CONSTRUCCIÓN HASTA
BOTADURA DEL BARCO
Wikipedia, definición: “Superstición es la creencia contraria a la razón que atribuye una explicación mágica a la generación de los fenómenos, procesos y sus relaciones sin ninguna prueba o evidencia científica.
Las supersticiones, no
fundamentadas o asentadas de manera no común en el ser humano, pueden estar
basadas en tradiciones populares, normalmente relacionadas con el pensamiento
mágico. Las personas supersticiosas piensan que ciertas acciones influyen de
manera trascendental en su vida o la defienden del mal”.
Se comenta que los marinos son las personas más supersticiosas. Puede ser debido a que desde la antigüedad se han enfrentado a los peligros del mar y por medio de ritos querían atraer la buena suerte a los barcos, viajes o dar explicación a hechos basados en mitos y leyendas que podían ahuyentar los malos augurios y protegerlos. Se creía que si se respetaban estos ritos no se pondría en peligro la embarcación.
En estos artículos quiero recoger
aquellos ritos y supersticiones que aun con el paso de los siglos se han convertido
en tradiciones marineras.
Solo comentaré aquellas
generalizadas en todo el mundo, las más representativas y curiosas, ya que
existen muchísimas que se adoptan dependiendo de los países, tipo de
embarcación y tripulación.
CONSTRUCCIÓN
- BOTADURA DEL BARCO
Moneda de plata.
En astillero al comenzar los
trabajos se colocaba una o varias monedas en la quilla del barco para dar buena
suerte al barco y larga vida a su capitán y la tripulación
En este rito participaban el
dueño del astillero y el armador, y eran colocadas por el aprendiz más joven
del astillero y más joven de la tripulación.
Al finalizar la construcción del
barco la moneda se embutía en una pieza de madera y se le entregaba al Capitán
o se clavaba a la base del mástil principal. En la actualidad las monedas
quedan soldadas bajo la quilla.
La leyenda que acompaña a esta
tradición es el tributo a Caronte, barquero encargado de conducir a los muertos
a través del rio Aqueronte al reino de Hades, así se tenía para pagar el viaje,
ya que aquellos que morían y carecían de la moneda, se veían obligados a vagar
durante cien años por la ribera del rio, hasta que Caronte accedía a portearlos
sin cobrar.
Así lo recoge un poema de
Quichino de Michele (Uruguay), muy conocido por los marineros.
“La muerte y la
moneda bajo el mástil de mi barco que se hunde”.
Cuando
ya se pudran mis últimas lonjas
y
por deliberación llamen al barquero Caronte
y
la guadaña venga cortando el horizonte
Y
no quede por allí ninguna monja…
…
Que me salve del infierno en funerales,
y
que en la barca de los insepultos
haga
sordina cuando grite mil insultos
contra
la muerte llamándome a esponsales…
…Entonces
quiero saldar mi última entrega
la
barca de Caronte y el viaje seguro
y
que San Pedro decida si «se va» o «se queda»
No
vaya que una vez atravesado el muro
por
no haber gastado mi única moneda
no
encuentre ni presente, ni pasado, ni futuro.
También por esta razón en la antigua Grecia, los cadáveres se enterraban con una moneda bajo la lengua, con la que poder pagar al barquero.
Número de construcción del
barco en astillero y numero de cubierta.
Los constructores de barcos han
seguido la tradición de no construir el barco número 13 saltando este número y
pasando del 12 al 14 si el astillero es anglosajón o latino, si es italiano el número
fatídico es el 17 y si es chino o japonés el número es el 4.
Lo mismo ocurre con las cubiertas y los camarotes, se omitirán los números 13, 17 y 4 o los que terminen en ellos.
Colocar en ambos lados de la
proa los “Ojos de Horus”.
Para poder dar una explicación a
esta costumbre transformada en rito en muchas zonas, nos tenemos que remontar a
la mitología.
“Horus (representado como
un hombre con cabeza de halcón) era hijo de Osiris, que fue asesinado por su
propio hermano Seth. Horus mantuvo una serie de encarnizados combates contra
Seth, para vengar a su padre. En el transcurso de estas luchas los
contendientes sufrieron múltiples heridas y algunas pérdidas vitales, como la
mutilación del ojo izquierdo de Horus. Pero, gracias a la intervención de Tot,
el ojo de Horus fue sustituido por el Udyat, para que el dios pudiera recuperar
la vista. Este ojo era especial y tenía cualidades mágicas.” (Wikipedia)
Así el Ojo de Horus es un símbolo mágico que difundieron los Fenicios por todo el mar Mediterráneo hace dos mil años. Los marineros de algunos países los utilizan en el convencimiento de que da protección al barco y tripulación, alejando los malos espíritus, el mal de ojo y atrayendo la buena suerte.
Curiosamente el Ojo de Horus es todo un símbolo malagueño, se encuentra en la obra de Picasso (en el “Guernica” como una lámpara), en los frentes de los vagones del metro de Málaga, en el logo turístico de Velez-Malaga y en las típicas jábegas (la barca empleada por los pescadores malagueños para pesca de arrastre cerca de la orilla, construida de madera y propulsada a remos).
Mascarón
El objeto que más se relacionaba
con la protección del barco era el mascarón de proa.
Originalmente, se colocaban
figuras religiosas o que representaban a distintas deidades dentro del barco.
Posteriormente, estas figuras pasaron a colocarse en la proa del barco y
normalmente tenían forma de animal mitológico o de figura femenina, generalizándose
con el tiempo a figura de una mujer y en multitud de ocasiones con el torso
desnudo enseñando uno o los dos pechos con el objeto de calmar a los dioses y a
los mares, protegiendo al barco.
En caso de que el barco naufragara, se consideraba que el mascaron del barco no había cumplido su función de protección y se le cortaba la cabeza para que quedara totalmente inutilizado y no pudiera ser utilizado en otra embarcación.
El mascarón era minuciosamente
elaborado, algunos eran verdaderas obras de arte.
El mascarón de proa del Juan
Sebastián el Cano representa a la diosa Minerva (diosa de la sabiduría).
Bautizo y botadura del barco.
Otras supersticiones se han
convertido en ritos tales como el nombre del barco y su botadura.
Antes de terminar su construcción
ya tenía nombre el barco, pero su elección se consideraba un aspecto realmente
importante ya que influiría en la buena o mal suerte que tendría el barco y su
tripulación, huyendo de nombres como Huracán, Rayo, Tempestad, Tornado,
Tormenta, etc.…, pues podía alentar a las inclemencias meteorológicas.
También existía la superstición de no poner nombres de reptiles, gozaban de mala reputación, debido al hundimiento de varios buques de la Armada Inglesa con nombres de reptil.
Se cree que esta costumbre proviene de los griegos y romanos que derramaban vino sobre la cubierta del barco, como una ofrenda a los dioses, para proteger al barco y tripulación.
Esta superstición se afirmó aún
más cuando el “Titanic” rechazó la costumbre de romper una botella de champán
sobre su amura en su botadura, limitándose a izar una bandera roja en la popa y
lanzar tres cohetes, acto que fue considerado de mal presagio por muchos
marineros.
De aquí la frase utilizada en
siglos pasados por marineros, “Un barco que no ha probado el vino probará la
sangre”.
No cambiar el nombre de un barco.
Una de las mas extendidas
supersticiones es la de no cambiar el nombre de un barco, lo cual es muy común
cuando cambia de propietario.
Su origen se basa en una leyenda
inglesa para evitar que los piratas cambiaran el nombre de los buques que
robaban e impedir así ser encontrados.
Se dice también que la crearon
las compañías de seguros para evitar su desaparición. Algunos ladrones los
denunciaban como hundidos, y les cambiaban el nombre para ser utilizarlos con fines,
normalmente delictivos, pero ocultaban en algún lugar una placa con el nombre
original para evitar el maleficio.
Sin saberlo esto también ayudó a
las aseguradoras, que cuando localizaban el barco siniestrado, podían encontrar
entre sus restos el nombre original del barco hundido.
Otra leyenda mas antigua dice que
el nombre se registra en el Registro de las Profundidades que el mismo Poseidón
custodia, y es él quien tiene que permitir el cambio de nombre.
Así cuando se cambiaba el nombre
a una embarcación se eliminaba cualquier referencia a este, destruyendo todo lo
que tuviera impreso el antiguo nombre (vajillas, aros salvavidas, placas en
botes, menaje, uniformes, …).
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