El 12 de enero de 1898, en pleno ambiente
revolucionario independentista cubano, se produjeron disturbios en La Habana,
por los que el cónsul norteamericano pidió a su gobierno el envío un buque de
guerra a la capital cubana para defender los intereses de sus compatriotas. En
respuesta, el 24 de enero, el presidente norteamericano McKinley ordenó al
cónsul que informara al comandante español en Cuba, general Blanco, que iba a
enviar un barco de guerra a La Habana. Y sin esperar respuesta, aquel mismo
día, salió de Cayo Hueso el acorazado Maine, que entró en La Habana al
día siguiente para sorpresa de todos y amarró en la boya número 4. Allí
continuaba el barco, cuando a las diez menos veinte de la noche del 15 de
febrero de 1898, se produjo su voladura y se hundió, quedando apoyado en el
fondo con parte de las estructuras fuera del agua. Murieron 266 hombres de los
354 de su dotación, y 59 resultaron heridos.
Efectuadas las oportunas investigaciones,
el juez instructor español dijo que la voladura se había debido a una explosión
interna, posiblemente producida por la combustión espontánea del carbón
bituminoso de una carbonera que se transmitió a pañoles de munición. La
conclusión del juez americano fue que una mina externa colocada en el fondo,
había provocado la explosión de pañoles de munición y la voladura del barco.
Estados Unidos quería hacerse con Cuba a toda costa. Los norteamericanos
culparon a los españoles del hundimiento del Maine, la prensa
estadounidense se despachó a gusto, la campaña “Remember the Maine” (“Recuerda
el Maine”), caló muy hondo, y los Estados Unidos declaró la
guerra a España a finales de abril. Fue una guerra relámpago de poco más de 100
días, en la que España perdió las últimas posesiones en ultramar y la Armada
española perdió la mayor parte de sus unidades.
En investigaciones posteriores, muchos
dijeron que el hundimiento se había debido a algún tipo de explosión interna.
En 1974, el almirante norteamericano Hyman G. Rickover, con la ayuda de muchos
expertos comenzó una nueva investigación que plasmó en un libro publicado en
1976: “Como fue hundido el acorazado Maine” ("How the Battleship Maine
was destroyed"). Sus conclusiones fueron que el hundimiento del barco
se debió a una explosión interna. Como más probable, apuntó la posible
combustión del carbón de una carbonera, que se transmitió a los pañoles de
pólvora cercanos, produjo su explosión y con ella la voladura del
barco.
La verdad es que, aunque el hundimiento
del Maine no fue la causa directa de la guerra con los Estados Unidos,
fue el factor que precipitó los acontecimientos. La intervención norteamericana
ya estaba marcada, y la voladura del barco aceleró su inicio.
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González sobre este tema, que tuvo lugar el día 02 de marzo de 2021, pincha aquí.
Autor: Marcelino González Fernández
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